En
la primavera de 1969,
se disputaron dos partidos de fútbol entre las selecciones
nacionales de Honduras y El Salvador, correspondientes a la fase
clasificatoria para la Copa del Mundo a celebrar en México en 1970.
El partido de ida acabó con victoria hondureña por 1-0, siendo un
encuentro apasionado, duro y enconado pero, para lo que suelen ser
este tipo de partidos, disputado dentro de los cauces normales. Sin
embargo, en el transcurso del de vuelta, jugado en San Salvador, que
finalizó con la victoria local de 3-0, se produjeron graves
enfrentamientos entre ambas hinchadas, que se saldaron con multitud
de heridos en ambos bandos.
Como
por aquel entonces las eliminatorias se disputaban por el sistema de
puntos, sin tenerse en cuenta el número de goles, el doble
enfrentamiento quedó igualado y todo quedó en suspenso hasta la
disputa de un tercer partido en campo neutral. Sin embargo, mientras
se esperaba aquel tercer partido, el enfrentamiento se extendió al
campo diplomático, con la expulsión de unos once mil ciudadanos
salvadoreños del territorio de Honduras, y al militar, el 14 de
julio, cuando en represalia varios carros de combate salvadoreños
cruzaron la frontera hondureña, mientras los aviones bombardeaban
también los principales puertos de Honduras.
Esta
llamada «Guerra del Fútbol» (que nunca fue declarada como tal)
acabó el 18 de julio, tras mediación de la Organización de Estados
Americanos, con entre cuatro mil y seis mil civiles muertos, y más
de quince mil heridos, dependiendo de las fuentes. El partido de
desempate, celebrado finalmente en el Estadio Azteca de México,
acabó con victoria salvadoreña por 3-2, tras
prórroga, y lo que fue más importante, sin que se registraran incidentes dignos de mención.
prórroga, y lo que fue más importante, sin que se registraran incidentes dignos de mención.
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