miércoles, 11 de mayo de 2016

El ornitorrinco, una rareza del Reino Animal

El ornitorrinco (Ornithorhynchus anatinus) es un verdadero jeroglífico
zoológico, un compendio de rasgos de otros animales tan curioso que, cuando llegó el primer ejemplar (muerto) a Gran Bretaña, los científicos pensaron que era un fraude científico, una especie de rompecabezas montado con distintas partes de otros animales. El primer ejemplar llegó a Europa en 1799, enviado desde Australia por el capitán John Hunter al profesor George Shaw (1751-1813), del Museo de Historia Natural de Londres. Curiosamente, lo primero que hizo este nada más desempaquetarlo, fue tratar de descoser el pico y las patas ante su sospecha de que se trataba de la burda falsificación de un taxidermista.

Hoy, aquel ejemplar, que se guarda en el Museo de Historia Natural de Londres, aún conserva las marcas de las tijeras con que se trató de «descoserle» el pico. Pero, aún después de verificar la autenticidad de la piel, la paradoja del ornitorrinco no había hecho más que empezar. Los científicos se mostraron atónitos ante las características de aquel animal que incumplía todas las leyes de la evolución y todos los principios taxonómicos conocidos.


Se trataba de un mamífero sin pezones (la leche rezuma por unas aberturas porosas en el abdomen), con piel de nutria, cola de castor, pico y patas de pato y espolones venenosos de gallo de pelea. Por si fuera poco, algunos testimonios hablaban de que ponía huevos, lo que dio pie enseguida a una auténtica carrera científica por verificar o desmentir in situ tal afirmación. Por fin, en 1884, William Caldwell, un doctorando en zoología, que acampaba cerca del río Burneo, en el norte de la región australiana de Queensland, vio a una hembra de ornitorrinco poniendo un huevo. De inmediato, corrió a la oficina de telégrafos más cercana para enviar a Londres el críptico mensaje: «Monotremas ovíparos, óvulo meroblástico».

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