Literatura
Libros
difíciles de leer
Su
condición de clásico atrae la atención del lector, pero la
complejidad del lenguaje, las técnicas narrativas empleadas -no
siempre asimilables para el lector promedio- etc, terminan por acabar con la paciencia de la mayoría de los lectores: Libros difíciles de leer.
Ladrillo,
tostón, mamotreto o tocho -aunque estos dos últimos se usan para
referirse a la extensión y no tanto a la complejidad del libro-
todos los lectores se han enfrentado, al menos una vez en la vida,
con uno de ellos. Libros muy conocidos, clásicos consagrados por el
tiempo -el verdadero juez literario-, pero que al momento de leerlos
parecen derrotar el entusiasmo del lector. No se trata de hacer una
lista exhaustiva, pero sí comentar algunos. Como es obvio suponer,
ninguno es el tipo de novela que se lee, apaciblemente, recostado en
la cama, antes de dormir.
Uno
que siempre debe aparecer en la lista es de autor latinoamericano.
Terra nostra, de Carlos Fuentes. Se trata de un ladrillo de
ochocientas páginas y existe una anécdota que da una idea de a qué
nos enfrentamos. Al parecer esto nunca sudeció, pero hay fuentes que
la dan por cierta. En una ocasión, por allá por los sesenta, Mario
Vargas Llosa y Gabriel García Márquez viajaban en avión. De
pronto, se desata una tormenta -con turbulencia incluída-, y ante la
posibilidad de que el avión se precipitara, García Márquez toma
por el brazo a Vargas Llosa y le pregunta: “-Dime la verdad, Mario
¿tú leíste Terra Nostra?” (Si alguien sabe si esto
sucedió de verdad o es un chiste, que escriba) Otra de las bromas
que circuló sobre esta novela -esta vez a cargo de Carlos Monsiváis-
es que se necesita una beca para poder leerla. Lo novela va de la
historia de España e Hispanoamérica desde la Conquista hasta el
momento en que fue publicada, y luego hasta el futuro, a finales del
siglo XX.
Otro
libro de difícil lectura es En busca del tiempo perdido de
Marcel Proust. La novela consta de siete tomos y muchos la acusan de
ser extremadamente aburrida. Harold Bloom, pope de la crítica
literaria, nos anima a leerla. Quien lo haga, se enfrentará a, por
ejemplo, más de treinta páginas del autor contando acerca de las
vuelta que da en la cama antes de quedarse dormido. Pero hay más,
Proust escribía en oraciones largas, muy largas, y hay alguna que se
prolonga durante dos páginas. Cuando uno llega al final de la
oración, ya no sabe de qué iba la lectura y hay que volver atrás.
Otro
difícil de digerir: El arcoiris de gravedad de Thomas
Pynchon, un mamotreto de casi 1200 páginas. En el capítulo de
Los Simpsons en que el propio Pynchon presta su voz para el
capítulo en que aparece, hay una ironía acerca de la lectura de
este libro. Un estudiante le pregunta a Lisa “¿Estás leyendo El
arco iris de gravedad?” a lo que Lisa responde “en realidad
lo estoy releyendo” Releyendo.
Cuando
fue publicada, en 1973, un profesor universitario norteamericano se
recluyó durante tres meses, alejado del mundo, para poder digerir el
libro.
Pero
el escritor más emblemático en este campo es, sin ninguna duda,
James Joyce. El Ulises, tambien recomendado encarecidamente
por Harold Bloom, es el clásico libro ladrillo. Más de ochocientas
páginas -unas 267.000 palabras- dedicadas a hablar de un día en la
vida de Leopold Bloom y Stephen Dedalus. Eso sí, de una riqueza
lexicográfica incomparable, pues su vocabulario supera los 30 mil.
Generalmente, el lector abandona su lectura por la página 20-30.
Pero
hay más. Joyce es autor, además, de una obra varios años luz más
abstrusa que el Ulises,
el Finnegans
Wake,
el santo grial de los libros ininteligibles. Según una versión
disponible en internet, el libro llega a las 849 páginas. No sólo
es difícil leerlo, también traducirlo al español y por eso sólo
existen hasta el momento traducciones parciales. Dicen que se puede
adaptar, reinterpretar, versionar o emular, pero nunca traducir. La
razón es que esta novela echa mano del dialecto local irlandés.
Vladimir Navokov se despachó a este libro con estas palabras: “un
canceroso brote de estrambóticas palabras entretejidas difícilmente
logra redimir la horripilante jovialidad del folclore y esa alegoría
desmesuradamente fácil” no sin antes asegurar que se trata de un
libro de un “aburrimiento espeluznante.” Si alguien se anima, se
puede conseguir gratis en internet en PDF.
Finnegans
Wake
Se conservan más
de 25 mil documentos relacionados con la elaboración de esta novela,
incluyendo unas 14 mil notas, además de 9 mil páginas de
manuscritos y pruebas mecanografiadas.
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